Sombras

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Ya no creíamos en nada,

incrédulos ateos,

despojados de alegrías

y tormentos,

navegábamos a la deriva

cual fantasmas

lejanos…

tan lejanos y silentes,

como la flota de

aquellos sueños perdidos,

arrastrando penosamente

nuestras verdades

mas temidas,

mas odiadas,

ruines,

tanto como nosotros mismos

al ocultarlas;

o llenos de piedad,

por no mostrarles

a nuestros semejantes

la naturaleza misma

de un dolor profundo,

nuestro,

estoicamente nuestro,

orgullosamente nuestro…

al que cubrimos

como los hijos de Noé,

ante la imagen de su padre

desnudo,

ocultamos así el dolor

ante la mirada insultante

de nuestros semejantes;

tuvimos piedad

de nuestro dolor.

 

Hace mucho frio aquí,

esperaré a aquel

que deba de sustituirme,

le entregaré voluntario

mi fardo de esperanzas,

y lloraré sobre él.

 

Alberto Gutierrez

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